A pesar de las recientes rebajas de una gama importante de productos alimenticios, la respuesta de la gente no ha sido la esperada. Y creo que la inconformidad se debe, en primer lugar, a que las cosas cuando se hacen a contrapelo casi siempre salen mal. La información en la prensa fue parcial y superficial, y en las tiendas los compradores deben dirigirse a los mozos de línea para conocer qué productos fueron beneficiados con la rebaja, porque, según informó un directivo del Comercio en el colmo de lo absurdo, los nuevos precios no se ponen en las etiquetas porque no se trata de rebajas, sino de nuevos precios (¿…?).

Esta decisión, obviamente puede engendrar el fraude al consumidor por desconocimiento. Por otra parte, hay rebajas tan insignificantes a un producto tan importante como la leche en polvo, que no le dice nada a la gente.

No hay que olvidar que un segmento importante de la población, si entran a las TRD, es solo para fisgonear y disfrutar del aire acondicionado, porque sus salarios están muy deprimidos para hacer compras allí o son jubilados, que es ser la última carta de la baraja en Cuba.